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Miente

–Dime que me amas.

–Sabes que no me gusta mentirte.

–Sólo una vez… dime que me amas.

–No es justo contigo, estaría mintiendo y prometí jamás hacerlo, ¿lo recuerdas?

–Sí, pero me duele la verdad… sólo dilo.

–No. Lo prometí.

–¡Por favor, sólo dilo! ¿No es el amor razón para todo, incluso para mentir?

–Lo es, pero no te amo.

–Pero yo te amo a ti, miente por el amor que te tengo yo.

–Lo lamento.

–¿Qué lamentas?

–Que me ames y no yo pueda amarte, que me mientas y yo no pueda mentirte.

–Yo no te miento.

–Si me amas, y por amor esperas que rompa la promesa de no mentirte… sé que me mientes, pero lo entiendo, entiendo esas mentiras que son por amor.

–No entiendes nada, si no me amas ¿cómo esperas entender lo que siento? ¿El dolor que me causan tus verdades?

–El hecho de que no te ame no significa que no haya amado antes.

–Ahora me mientes y me dices que me amaste.

–Dije que ame antes, no que te amo. Ya te lo dije, no te voy a mentir.

–¿Entonces a quién le mientes? ¿Conozco a aquella a quien le mientes?

–Sí.

–¿Ni por el amor que le tienes a ella puede mentirme y simplemente decir “No”?

–No.

–¿Cómo se llama?

–No tiene por qué importarte.

–La amas a ella y no a mí, ¿cómo esperas que no me importe?

–No espero que no te importe, sólo que respetes mi pasado. Yo no te pregunto a quién has amado.

–Sólo a ti.

–Lo lamento.

–¿Quién es?

–Ya no importa.

–Pero la recuerdas… sientes amor por lo que fue. Yo soy el ahora e incluso así no me mientes acerca de tu pasado, me hieres.

–Entonces no pienses en ella.

–¡¿Quién es?!

–Temes perderme por tiempos que ya no son. Déjalo, ya no pienses en eso.

–¡Entonces vamos, dilo!

–¿Cómo se llama?

–No, no me importa cómo se llama. Sólo dilo… dime que me amas.


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